¿Has escuchado hablar de los puntos gatillo? ¿Sueles sufrir contracturas y dolores musculares? Lee esta guía para saber cómo reconocerlos, tratarlos y evitarlos.
Para responder esta pregunta, primero debemos definir qué son los puntos gatillo: son aquellos puntos en el tejido muscular que irradian dolor a diferentes áreas del cuerpo. Son un mecanismo que protege al mismo, y cuando fallan, causan dolor y rigidez constante. Estas contracciones o “nudos”, como solemos llamarles, están vinculadas con estas fallas, que pueden ser consecuencia de malas posturas, estrés o desequilibrio mecánico, o cualquier otra disfunción fisiológica.
La terapia para puntos gatillo entonces es la técnica en la que dichos puntos se localizan y manipulan para reducir el dolor. Esta técnica también es conocida como “terapia de punto desencadenante miofascial”.
Existen diferentes técnicas de abordaje desde la fisioterapia. Distinguimos dos tipos de terapias diferentes: las conservadoras y las invasivas.
Se localiza el punto palpando el tejido muscular para encontrar el punto afectado. Una vez localizado, se aplica presión, disipando así el dolor de manera gradual. Dicha presión se sostiene de manera constante, y se repite hasta que el nivel de incomodidad o dolor baje, hasta considerar “desactivado” el punto. Si en aproximadamente un minuto no hay resultados favorables, esto significa que no es un punto desencadenante, por lo que el terapeuta habrá de retroceder buscando al que sí lo es.
Estos músculos que se encuentran en un nudo que ocasiona dolor diferido, necesitan de más de una sesión para disolverlos. Suelen ser áreas que requieren de aprender a movernos de distintas maneras, para que no se repitan. Además, de la presión digital, también se puede utilizar en masoterapia profunda, estiramientos y crioterapia.
Si bien existe poca variedad de técnicas de este tipo de tratamiento, la punción seca tiene excelentes resultados cuando presentamos un dolor de origen miofascial. Para llevar a cabo esta técnica se utilizan agujas de acupuntura, con las que se pinchan los puntos gatillo. La finalidad de esto es romper las adherencias del nódulo y restablecer el flujo sanguíneo en la zona y la llegada de nutrientes, que permitan la regeneración del tejido afectado.
Aunque puede resultar una técnica dolorosa, destacamos enfáticamente su eficacia, ya que dentro de las primeras 24 a 48 horas, el dolor habrá disminuido considerablemente, y el músculo conseguirá relajarse y volver a su estado normal.
Existen diferentes tipos de punto gatillo. Algunos no presentan síntomas o dolor alguno. Su procedencia también presenta diferencias. Asimismo, un mismo punto puede responder a dos tipos en simultáneo. Existen diferentes maneras de clasificarlos, por ejemplo:
Los principales síntomas que presentan y por los cuales podemos reconocerlos son: dolor intenso y difuso, puede sentirse a distancia de la lesión, rigidez muscular y dificultad de estiramiento, disfunciones como trastorno de sueño y alteraciones en el sistema propioceptivo, tales como desequilibrio y mareos. Al palparlos provocan dolor, generando un espasmo local. También como mencionamos más arriba, rigidez y acortamiento muscular, así como su debilitamiento.
Podemos decir que la diferencia entre ambos puede ser más una cuestión de semántica que otra cosa. Cuando hablamos de una contractura muscular, nos referimos a esos dolores, rigideces o cúmulos de tensión en una zona específica de la musculatura. La contractura genera molestias a nivel muscular, sí, pero en verdad no es realmente sólo una contractura, sino un problema del punto gatillo que no cede a los tratamientos como masajes, estiramientos o calor, habituales en molestias musculares. Es cierto que generan un alivio en el momento, pero el problema va a persistir si no se le da el tratamiento específico que requiere.
Los puntos gatillo, mientras tanto, pueden ser activos o latentes. El latente genera síntomas, pero no dolor de manera habitual, al contrario que el activo que es el que provoca un dolor que el paciente reconoce como propio.
¡Desde ya que sí! Lo principal es lograr un buen manejo del estrés para que no nos desborde y afecte, sabemos que es una causa nada desdeñable de diferentes afecciones, entre ellas, las famosas contracturas. Te recomendamos leer esta guía para conocer las mejores técnicas de relajación para mantener el estrés a raya.
También es importante conservar un estilo de vida activo, observar una buena postura corporal ya que, al forzar algunos músculos más que otros, favorecemos la aparición de los puntos gatillo. También siempre es importante realizar un estiramiento correcto luego de alguna actividad física. Te recomendamos los siguientes ejercicios de estiramiento y tips, que te ayudarán a evitar estos puntos:
En general acumulamos la tensión en nuestro tren superior, más específicamente en la cabeza, cuello y hombros. Esto luego nos traerá dolor en consecuencia, por eso recomendamos prevenirlo con un movimiento ligero. Estiramos el trapecio superior contrayendo la zona abdominal, inspiramos profundamente y luego llevamos con suavidad el cuello hacia un lado, hasta sentir tensión. Sostenemos treinta segundos y repetimos llevando el cuello al otro lado. Repetimos unas diez veces.
Para este ejercicio lo que haremos será entrelazar las manos detrás de la coronilla, y con suavidad, llevar nuestra cabeza de manera que la barbilla se dirija hacia el hombro y la clavícula. Así estiraremos diferentes grupos de fibras del trapecio.
Este sencillo ejercicio se realiza presionando la cabeza con una mano hacia el lado contrario, mientras con la musculatura del cuello ejercemos resistencia. Se repite para ambos lados.
El masetero es el músculo que se ocupa, entre otras cosas, de ayudar en la masticación. Para estirarlo, apoyaremos el pulgar en el vértice de la mandíbula y el resto de los dedos en la sien. A continuación, haremos como si quisiéramos abrir la boca con nuestras manos: empujaremos con el pulgar hacia abajo y con el resto de los dedos hacia arriba. Cabe destacar que este ejercicio también se recomienda para quienes padecen bruxismo.
Sentarnos bien es fundamental a la hora de evitar dolores en la espalda. Es fundamental mantener un correcto ángulo entre nuestra espalda y las piernas, como formando una “L” con nuestro cuerpo. La cabeza debe estar lo más recta que se pueda, y los pies apoyados ya sea en el suelo o en un apoya pies. Es importante también tener el mouse lo más cerca posible, cuando usamos una computadora, así evitaremos que los músculos de nuestros brazos trabajen tensionados. También es muy importante cada hora levantarnos y caminar para estirar nuestro cuerpo.
¡Si te pareció interesante te invitamos a seguir leyendo nuestras guías y artículos sobre Terapias y Medicinas Alternativas! Encontrarás una amplia variedad de tratamientos y opciones para todo tipo de molestia o para el desarrollo de distintas habilidades.