La curación espiritual utiliza energía divina para sanar. La principal fuente de energía curativa espiritual proviene de Dios, que es la fuente de toda la vida. Esta forma de energía espiritual es muy potente y puede curar muchas dolencias. Sigue leyendo y conoce todo al respecto.
La energía espiritual es transmitida por los seres superiores, como grandes seres angelicales de curación, para así sanar el alma y cuerpo de las personas. Diferentes religiones como el cristianismo, Budismo, Islam, Taoísmo, Judaísmo, Hinduismo y otros, también practican la sanación divina, para sanar y mejorar todos los aspectos de la vida.
A lo largo de la historia de la humanidad, han sido numerosos los casos de curaciones de enfermedades a las que se le ha buscado dar una justificación divina. Quienes creen en estas prácticas afirman que la fe puede curar varias enfermedades. Entre las prácticas usualmente empleadas se encuentran la oración, visitas a un santuario o la simple confianza ciega en un ser supremo.
La oración y la meditación pueden tener un impacto calmante en el cerebro, el ritmo cardiaco y otros signos vitales, de acuerdo con una variedad de estudios clínicos. Eso es importante hoy en día siendo que los aparatos electrónicos, los compromisos de tiempo y otras presiones, pueden dispersar o agotar nuestra atención y energías.
Cuando oramos, encontramos el equilibrio. Cuando encontramos el equilibrio, estamos creando un espacio interno para la salud y el bienestar.
La ansiedad crónica, el estrés y la depresión, pueden provocar o contribuir a las principales enfermedades, incluyendo las enfermedades cardiovasculares. Además que, el estrés agudo, puede reducir la capacidad del cuerpo para combatir los resfriados, virus y otras infecciones.
Los hábitos relacionados con la espiritualidad y la religión pueden ayudar a eliminar el estrés. Dichos hábitos incluyen la participación comunitaria, las buenas obras, las actividades caritativas y la asistencia regular a los servicios religiosos.
Generalmente las sesiones duran una hora y media o dos. Luego de una pequeña charla, el paciente se recuesta sobre la camilla con los ojos cerrados y se dispone a ‘descansar´.
El sanador, a partir de distintas técnicas que implican contacto corporal con la persona, comienza el trabajo propiamente dicho, primero con toques para acomodar y percibir el estado general del cuerpo y luego con la técnica que vaya a utilizar. Siempre ampliando su campo energético para poder entrar en resonancia con el campo del paciente y así acompañarlo en su proceso de sanación.
En líneas generales y en un primer momento, suele haber una sensación de bienestar, liviandad y tranquilidad; en un plano más profundo, una sensación de orden e integración.
Nuestra salud depende de algo más grande que nosotros mismos. Si conectamos nuestra energía con nuestro espíritu, recuperamos la felicidad más auténtica. Además de realizar buenas obras y estar en paz con Dios, hay unas técnicas espirituales que pueden servir para sanar.
Es una práctica creada en 1922 por el budista japonés Mikao Usui, adaptada y desarrollada por diversos maestros de distintas tradiciones. Quienes la practican, imponen sus manos sobre la persona a la vez que se concentran en transferirles “energía universal”, lo que favorece la autosanación. Son ya varios los hospitales públicos que incluyen el Reiki en los tratamientos oncológicos y contra el malestar en la menopausia.
Todos tenemos algunas perturbaciones y nos atormenta la ansiedad, la prisa, el nerviosismo, la desconfianza, el escepticismo o el desánimo; otros tienden a la impaciencia o la negatividad con las demás personas.
Si descubrimos cuáles son nuestros puntos débiles, no es suficiente hacer alguna oración ocasionalmente, cuando nos sentimos mal. Hay que realizar un paciente proceso espiritual que nos lleve a sanar poco a poco las debilidades y enfermedades de nuestra manera de trabajar. Así vamos preparando una tarea mucho más satisfactoria, de la cual no necesitemos escapar.
Una cosa es la oración que realizamos después de cada tarea, con la cual tratamos de liberar nuestro interior de cualquier negatividad que haya quedado prendida en el corazón. La oración puede producir una mejoría de entre 30% y 50% en la salud de los enfermos, con menos complicaciones y fallos cardiacos.
La meditación puede practicarse a solas o en grupo. Relaja, relativiza las preocupaciones habituales, reduce el miedo y la angustia y, sobretodo, aumenta la capacidad de concentración, el autoconocimiento y la confianza en la propia intuición.
Basada en la visión del hombre según el filósofo Rudolf Steiner, que combinó tradiciones de Oriente y Occidente. Entiende que somos el resultado de la superposición de distintos cuerpos o dimensiones: físico, emocional y etérico, o espiritual. La evolución espiritual y la salud, están relacionadas.
Recuperan antiguas tradiciones indígenas y las adaptan a los tiempos actuales. La “búsqueda de la visión” es el objetivo de rituales, prácticas y dinámicas psicológicas que utilizan el contacto con la naturaleza, la meditación, el ayuno, las técnicas de respiración, las plantas con efectos psíquicos o el apoyo del grupo, entre otros métodos. Todos tienen alguna influencia sobre las profundidades de la conciencia.
Cualquier persona puede realizar este tipo de terapia, no es necesario contar con ningún requisito en particular y los resultados son tan distintos como personas que lo experimentan.
En estos estados, se trabaja en órdenes muy sutiles y profundos y quizás los beneficios no puedan describirse intelectualmente. Lo que tiene que ser sanado es sanado, lo que tiene que ser liberado es liberado, lo que tiene que ser conectado es conectado.
Sin duda, realizar estas prácticas genera una percepción, tanto interior como exterior, mucha más profunda de quiénes somos y cómo encaramos y encarnamos en el mundo.
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